11.7.09

Democracia joven

Gobierno limitado, ¿mejor gobierno?

CRISTIAN SALVI

El Eco de Tandil, 12 de julio de 2009

Ver desde la web del diario

A juzgar por los antecedentes, es posible que, aun cuando desde de diciembre tenga menos poder formal, el gobierno de Cristina Kirchner sea mejor de lo que fue hasta ahora. Si esta hipótesis es correcta, se cumpliría todo lo contrario al caos vaticinado por Néstor Kirchner en la campaña.

El tono conciliador del discurso de la presidenta en Tucumán se asemeja al pronunciado el día de su asunción, cuando, como el jueves último, habló del acuerdo social y la calidad institucional. Cristina conservaría lo bueno de Néstor corrigiendo lo malo, se pensaba, ilusionando también a quienes jamás la hubiesen votado dos meses antes.

Sin embargo, a cuatro meses del inicio del gobierno estalló la disputa con el agro que prácticamente acaparó la escena política desde aquel entonces. Toda la discusión tenía ese episodio como centro y nuevamente se retardaron otros campos de acción.

Ese período atravesado por el conflicto agropecuario desemboca linealmente en los comicios del 28 de junio pasado. Con las elecciones y su resultado, se le dio forma a la amonestación social iniciada en marzo de 2008, a la vez que significó la universalización del descontento que a esa altura excedía a un sector económico y a las grandes urbes donde ya habían perdido en las elecciones de 2007.

Si la derrota en las urnas fue el epílogo del conflicto que eclipsó al gobierno de Cristina, es lógico pensar que ella ahora pretenda de alguna manera barajar y dar de nuevo. De allí la semejanza discursiva entre esos dos momentos iniciáticos.

Pruebas de fuego.(código)

Queda por saber si ese discurso de reanudación, además de sincero, será realizable. O sea, si es posible que ahora con minoría parlamentaria y sin un incondicionado aval social, el gobierno lleve a cabo las prometidas reformas políticas.

A poco que se ve quienes serían los perjudicados por las reformas a practicar, no es difícil inclinarse por el escepticismo. Tomemos sólo dos temas sensibles para ponderar esa conjetura. Primero: la Ley de Servicios Audiovisuales, que sustituirá a la Ley de Radiodifusión sancionada en la última dictadura, la cual permite la concentración monopólica del poder mediático y económico de los grupos dominantes. ¿Podrá un gobierno sin mayorías enfrentarse solo a esos nichos de poder? Aunque desde ya no es el único que ofrecerá resistencia, piénsese nomás la faena que significará ponerle coto al megamonopolio Clarín que controla el diario homónimo, Olé, La Razón, Clarín.com, Radio Mitre, La 100, TN, Canal 13, Volver, Ciudad Internet, junto a otros medios provinciales como La Voz del Interior (Córdoba) y Los Andes (Mendoza), además de Multicanal y Cablevisión, únicos vehículos de la televisión por cable en buena parte del país.

Otra reforma necesaria: horizontalizar el poder sindical. Se trata, también, de atacar a los monopolios concentrados, esta vez el sindical que acapara la CGT (no es casualidad que, según la revista Noticias, Kirchner en su cúspide de poder sólo le temía a Hugo Moyano y al CEO de Clarín, Héctor Magnetto). Moyano tiene un poder inmenso y lo ejerce muy bien contra el matrimonio Kirchner a punto de que sólo con dejar trascender su "simpatía" con Duhalde, logró que un delfín suyo se quede con la presidencia de Aerolíneas. En el deseo del gremialista también se explica la remoción de Graciela Ocaña. ¿Podrán los Kirchner cargarse a ese otrora gran aliado que ahora los empieza a condicionar? El poder de Moyano, de todas formas, es tan inmenso como frágil: al no basarse en el poder genuino de una democracia (legitimidad popular) sino en el negocio con el dinero público y en la ficción de la personería gremial exclusiva de la CGT, para socavar ese aparato basta con modificar la ley de entidades sindicales conforme el mandato de la Corte Suprema en el fallo “ATE” de noviembre pasado.

Un antecedente para ser optimistas

Esas dos reformas, como tantas otras, se alcanzan mediante sustituciones normativas. El problema es que, además de coraje, se necesita poder político para lograr los votos parlamentarios y resistir la embestida de las corporaciones afectadas. Acá está la pregunta nuclear: ¿Por qué los Kirchner, que llevan seis años en el poder, no emprendieron esas y otras reformas tan esenciales cuando nadie se les podía resistir? Menem, por ejemplo, en 1996, cuando todavía estaba fresca su victoria releccionaria, dispuso la desregulación las obras sociales sindicales, eliminando de un plumazo la gracia concedida por el dictador Juan Carlos Onganía que le aseguraba permanente liquidez a los aparatos gremiales.

A pesar de todo ello, podemos ser optimistas. Desde las primeras teorizaciones de John Locke, se acepta que las democracias liberales son tales sólo cuando el poder ejercido en ellas es limitado. En otras palabras: nada anómalo hay en que Cristina no tenga mayorías parlamentarias. Nada, por tanto, excusará su renuncia a avanzar en lo que la sociedad espera de ella.

La prueba histórica de la prescindencia de mayorías para encarar reformas la dio el propio Néstor Kirchner: paradójicamente, su gobierno pudo calificarse de reformista sólo hasta fines de 2005, o sea, sólo mientras no tenía poder propio y por ello necesitaba una legitimación constante. Fue en ese período cuando reivindicó los derechos humanos, modificó la Corte, reestructuró la deuda externa, se libró del FMI, todo apoyándose en una transversalidad que acogía a buena parte del progresismo serio. Luego, cuando Cristina ganó las legislativas, se deshizo de Lavagna y de otros cuadros valiosos para comenzar su acollaramiento con lo más rancio del PJ. Se había hecho realidad la frase célebre de Lord Acton: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Pensemos, por tanto, que si Cristina carece de ese poder absoluto, procurará, como su esposo antes, reivindicarse con la gestión diaria mediante el dialogo y los acuerdos de largo plazo. Más que nunca se advertirá el noble favor que se le hizo al gobierno al no darle un triunfo en las últimas elecciones.. (código)