11.7.09

Democracia joven

Apostillas sobre los escenarios posibles

CRISTIAN SALVI

El Eco de Tandil, 28 de junio de 2009

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Finalmente llegó el día que monopolizó el análisis político de este año. La de hoy es una elección de extraordinaria importancia cuya proyección excede ampliamente a su objeto inmediato de renovación de los órganos de representación colegiada.

Empecemos por la política nacional. Por lo pronto, hoy se definirá la pole position para las presidenciales de 2011 en series de exclusiones mutuas, salvo en el oficialismo, donde Kirchner, gane o pierda, seguirá teniendo el máximo protagonismo. Para Carrió, en cambio, la elección deviene crucial porque arriesga su autoproclamado papel de jefa de la oposición si no entra a la Cámara de Diputados por haber salido tercera al ser desplazada por un candidato juzgado de menor porte como Pino Solanas. De todas formas, será la elección de Santa Fe la que matice esta interpretación porque si Hermes Binner, que no tiene reelección como gobernador, sale triunfador por medio del senador Rubén Gustiniani, se convertirá en un presidenciable por el mismo arco que hoy lidera Carrió, siendo legítimo que quiera ocupar el espacio contra quien ya disputó dos elecciones presidenciales sin siquiera haber tenido chances serías de ganar (aunque en 2007 lo mereciera)..(código)

También la elección de Santa Fe definirá el futuro de Carlos Reutemann. El senador llevaba una considerable ventaja hasta hace unas semanas pero los últimos datos de las encuestas no le aseguraban una victoria. Si el socialismo le gana a Reutemann, además de emplazar a Binner como un aspirante nacional, beneficiará a quienes querrán atraer al peronismo disidente para competir con Kirchner en 2011.

Esos beneficiarios hipotéticos son Macri y Solá, ambos lanzados en mayor o menor medida a la carrera presidencial. El jefe de Gobierno porteño no compite directamente en la elección y su candidata directa, en todo caso, va primera, pero para él será importante cómo se arme el peronismo puesto que necesitará reposar en parte de ese sector si su ambición es llegar a la Casa Rosada en tan solo dos años, ya que su partido no tiene un sólido asiento territorial más allá de la Capital Federal.

En resumen, las tres vertientes que hoy compiten entre sí también definirán internamente su futuro. En el llamado panradicalismo (UCR, socialismo, Coalición Cívica), la definición será entre Binner y Carrió, a lo que se suma el vicepresidente Cobos, que si bien en esta elección no perderá ni ganará nada por sí, empero dependerá de cómo le vaya a sus competidores. El aspirante a 2011 por el peronismo disidente y sus aliados de centro saldrá de entre Reutemann, Macri y Solá, uno de los cuales —el primero— puede quedar rezagado hoy mismo. Por su parte, en el oficialismo la cuestión es algo distinta: Kirchner no tiene competidores internos, pero su riesgo consiste en quedarse solo si quienes hoy están de su lado entienden que al permanecer allí corren riesgo en su propia suerte.

¿Qué parámetros indicaran la victoria o derrota en esta elección? Para todos los casos, lo más pertinente es analizar cómo quedan los actores antes y después del comicio. Al que más poder hoy tiene, naturalmente, más se le exige para no tenerlo por perdidoso, como en los deportes usan hándicap. Si llega a ganar en la Provincia de Buenos Aires, el kirchnerismo se presentará como triunfador de todo el comicio que, en realidad, alcanza también a los otros veintitrés distritos electorales entre los que se destacan la Capital, Santa Fe, Córdoba y Mendoza, donde la suerte oficial es menos alentadora. Lo dicho no asegura un triunfo de “la” oposición, sino, en todo caso, de “las” oposiciones, en plural. Esa falta de individualización de la victoria, en contrapartida, relativizará (o cuanto menos hará menos perceptible) una derrota del kirchnerismo.

En la Provincia de Buenos Aires, la elección inevitablemente afectará al gobernador Scioli. Si gana, deberá asumir la diputación, con lo cual su poder se diluirá en un cuerpo numerosísimo y con protagonistas mayores que él, habiendo dejado el gobierno de la principal provincia argentina por un capricho de Kirchner. Si gana y no asume, defraudará a sus votantes, afectando su credibilidad para futuras candidaturas. Y si pierde, por el afán plebiscitario impreso al comicio, tendrá que interpretar una desaprobación de su gestión además de gobernar los próximos dos años sin mayoría en la Legislatura. Esa una lástima que una buena persona como él, por tener buena imagen para acarrear votos, haya caído en una trampa cuyos costos mañana le serán exigidos casi con exclusividad. La contracara de su situación es la de De Narváez que aun perdiendo (por poco, claro) tendrá el mérito de haber puesto en jaque al kirchnerismo, quedando como el único candidato de su espacio para pelear por una gobernación que estará debilitada tanto si sigue Scioli como si lo reemplaza Ballestrini.

En el orden local, el antes referido criterio del hándicap tendrá una directa aplicación para el análisis de mañana. Respecto al radicalismo porque, aun ganando, podría perder muchos puntos respecto a los conseguidos a 2007, mostrando que el proyecto depende —cuanto menos electoralmente— de un solo hombre, hasta ahora tan imbatible como irremplazable. El senador Auza, con su enorme capacidad intelectual, jerarquizará al Concejo, pero en lo personal será un retroceso, como si pasara de cardenal a cura párroco. Sólo una candidatura en 2011 con un peronismo unido que lo apoye incondicionalmente —lo que hoy no se avizora— le dará sentido a su decisión de pasar de la Cámara Alta a concejal de una ciudad del interior. Por último, Unión-Pro, al partir de cero, tendrá un resultado positivo aun saliendo en tercer lugar. La faena es distinta: consiste en mantener la unidad que asegure su permanencia.. (código)