22.11.08

Democracia joven

Herida mortal al monopolio sindical

CRISTIAN SALVI

El Eco de Tandil, 23 de noviembre de 2008

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En esta misma sección, el pasado 24 de febrero señalamos la injusticia del régimen regulatorio de las entidades sindicales porque, en violación de cuanto menos tres disposiciones constitucionales, consagra un sistema de representación ficcional que vulnera los derechos de libre asociación y de igualdad que la Carta Magna garantiza. Hoy, con júbilo, podemos volver sobre el tema ya con el aval de que la Corte Suprema, recogiendo un histórico reclamo multisectorial, ha declarado la inconstitucionalidad de un artículo de la ley 23.551 que es uno de los símbolos máximos del sistema monopólico.

El impecable fallo y sus efectos políticos (código)

El 11 de noviembre el Alto Tribunal dictó la sentencia de un caso cuya discusión fondo versaba sobre si para ser delegado del personal era menester estar afiliado a un sindicato con personería gremial. Recordemos que en el sistema de la ley, un sindicato de los múltiples en cada especie es beneficiario de una prerrogativa conocida como “personería gremial” que consiste en una suerte de super-personalidad que lo jerarquiza por sobre los demás, quienes tienen una simple personería.

Como decíamos en el artículo de febrero, el sistema discrimina indirectamente a los propios trabajadores e introduce, oblicuamente, una asociación compulsiva, ya que no es baladí pertenecer a uno u otro sindicato porque sólo los que gozan del reconocimiento preferencial tienen legitimidad para ejercer algunos derechos colectivos del trabajo, entre ellos la huelga. Por tanto la ley viola la igualdad y la libertad asociativa y, además, la propia letra del artículo 14 bis de la Constitución que concede la personería a los gremios, entendiéndose por tal al sustrato de las asociaciones que son los propios trabajadores asociados y no la persona jurídica que los aúna mediante la formalización.

El fallo de la Corte —que no puede dejar de leerse— declaró que las disposiciones de la ley que justifiquen esa discriminación son inconstitucionales porque, además de violar los derechos constitucionales ya mencionados, se oponen expresamente los convenios de la Organización Internacional del Trabajo a los que Argentina adhirió

Amén de todas estas riquísimas cuestiones jurídicas bien vale aquí referir a los efectos políticos del fallo. Por lo pronto, encrespó al linaje sindical que se beneficia con el régimen monopólico porque la ley se encarga de suplir su falta de representatividad real con una ficción normativa que mantiene cautivos a los trabajadores. Esa ficción es la que legitima, por ejemplo, que los gastronómicos de todo el país sean “representados” por Luis Barrionuevo.

Otro aspecto que debe ingresar en el debate de una nueva ley de entidades sindicales —la actual fue sancionada en 1988 como una concesión del decadente gobierno de aquel entonces— es la eliminación de todo vestigio que permita la identificación del sindicato con un partido político. Sabido es que el peronismo está prácticamente institucionalizado como la ideología de la CGT, lo cual es discriminatorio ya que siendo “la” central sindical ella está llamada a representar a una universalidad que como tal es heterogénea y alberga a trabajadores de otras filiaciones políticas. Obsérvese que el titular de la CGT es el vicepresidente del PJ: ¿No hay una confusión de roles? Esto sólo se entiende desde el corporativismo organicista —de origen fascista— que es la base común del peronismo y del sindicalismo argentino. Esa hermandad genética e histórica explica también porqué los jerarcas sindicales se presentan sumisos con aquel partido mientras que cuando gobiernan otros suelen llamar a la desobediencia civil, como hacía Moyano en 2001.

La huelga docente

 Sin salirnos del tema es oportuno decir algo sobre las prácticas que están llevando los gremios docentes en la Capital Federal y en la Provincia de Buenos Aires, quienes persisten con la actitud extorsiva de perder días de clase si los gobiernos no se someten a sus pretensiones.

El salario debe ser discutido pero una máxima ha de regir esa determinación: la remuneración debe ser sinalagmática con las prestaciones de los docentes. Es hora que también discutamos el nivel de los institutos terciarios donde se forman, el nombramiento por concurso público para acceder a las horas cátedra, las formas de auditar su desempeño, las calificaciones y las revalidaciones periódicas y muchas otras cosas que también hacen a la educación. No se puede pretender ganar como un profesor de Harvard cuando se tiene un currículo de dos carillas trabajando cuatro o cinco horas de lunes a viernes. Esa es la esencia de todo contrato e implica también que no todos los docentes deben ganar lo mismo porque de esa forma se desalienta la competencia y el crecimiento.

Mientras tanto, debe recordarse que la educación estatal es un servicio público, insusceptible de interrupción, y, a esta altura, ya se abusó demasiado del derecho de huelga, por lo que deberán recurrir a medios de protesta que no sean lesivos al también constitucional derecho de aprender de millones de alumnos. De lo contrario —y como se trata de una pelea netamente política— habrá que analizar la hipótesis de la exoneración porque no puede ser que en Argentina, año tras año, ni siquiera lleguemos a cumplir con el dictado de los días mínimos de clases y que, como siempre, los más débiles estén de rehenes.

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8.11.08

Democracia joven

Progresismo S. A.

CRISTIAN SALVI

El Eco de Tandil, 9 de noviembre de 2008

En la página web de la Asociación Madres de Plaza de Mayo puede leerse: “Un sueño: el socialismo”. No se nota. Son un emporio: tienen dos radios, una señal de televisión virtual, centenares de minutos en canales de televisión pública (Canal 7 y Encuentro), un periódico, una editorial, una librería, una “universidad”, una constructora, una cerámica, una maderera, etc. y muchos millones en subsidios.

Por otro lado, la revista Noticias dio a conocer, en una nota de tapa titulada “Canciones para la corona”, el detalle de los subsidios a algunos artistas emparentados con el progresismo aunque bien capitalistas cuando se trata de negociar los honorarios que paga el Gobierno: León Gieco ($ 211.248); Mercedes Sosa ($ 829.362); Adriana Varela ($ 135.700); Teresa Parodi ($ 120.259); “Coco” Silly y Daniel Aráoz (entre ambos, $ 5.1 millones para producciones); etc. ¿Por qué artistas “populares” le cobran tanto al “pueblo”? ¿No eran socialistas? ¿O son la propaganda de un régimen y cobran como tales (mercenarios)?

Construcciones Bonafini Sociedad de Estado.(código)

Está muy bien que el Estado construya viviendas. Nadie cuestiona eso. La pregunta, luego de la euforia por el anuncio de que la Fundación de Bonafini construirá 350 viviendas en Tandil, es la siguiente: ¿Por qué una fundación cuyo objeto —alegado— es la defensa de los derechos humanos ejecuta obra pública? ¿Qué tiene que ver? Porque el dinero, obviamente, pertenece el Estado Nacional. ¿Para qué, entonces, la administración pública cuenta con organismos de viviendas?

¿La fundación de Bonafini está sujeta a los controles de la SIGEN, la Auditoría General de la Nación y demás instrumentos de contralor de la Ley de Administración Financiera y sus complementarias? ¿Respeta la Ley de Contrataciones para asegurar transparencia en la selección de proveedores? ¿Se controlan los productos finales? ¿La fundación tiene mejor precio de mercado que otros interesados garantizando más eficiencia en el plan de obras? ¿Está asegurado un plan de adjudicación que evite el clientelismo o incluso el mero proselitismo con fondos públicos?

Según Sergio Schoklender, todo eso es secundario porque, como aval, está “el prestigio de las Madres en juego”. ¿A cual prestigio se refiere? ¿A los 147 cheques sin fondos por $ 1.668.270,39 que fueron rechazados de la cuenta en la que está habilitada Hebe Pastor de Bonafini, tal como consta en el sitio web del Banco Central? Una persona con esa prodigalidad no puede ser destinataria de fondos públicos y menos para hacer obra pública. No nos equivoquemos: la señora de Bonafini, cuando deja de dedicarse a los derechos humanos es una más, no pudiendo otorgársele inmunidad alguna porque ella está haciendo política como cualquier otro. Obviamente tiene derecho a eso, pero no puede luego pretender un trato diferenciado, escondiendo tras el pañuelo blanco su actividad política, la búsqueda de poder, el proselitismo y un espectacular negocio con el dinero público. Los que pagamos impuestos tenemos un legítimo derecho a saber adónde se destina cada centavo que aportamos. Sepámoslo muy bien, la fiesta kirchnerista la pagamos entre todos.

Ya puede presagiarse el fin de la historia de las viviendas. Terminarán siendo más caras que un piso en Manhattan. En el medio, toda la clásica inflación de costos “operativos”: coordinadores del plan —de allí la alegría de algunos jóvenes bonafinistas hasta ayer desocupados—, cargos de aquí, cargos de allá.

Todo eso se evita —incluso en el plano de la mera sospecha— si el Ministerio de Planificación, luego de decidir construir viviendas en Tandil, hubiera otorgado el poder de ejecución al Municipio —ente natural para administrar el bien común de la ciudad— o directamente a la Secretaría de Obras Públicas de la Nación, pero no a una organización como la que preside Bonafini que, tras una fachada y a base en los multimillonarios subsidios de los Kirchner, ha exorbitado su objeto primigenio (promover los derechos humanos) para incursionar en la obra pública, la educación privada, los medios de comunicación, el negocio editorial y demás.

Todo sale de nuestros bolsillos, ¿por qué tolerarlo? La gran injusticia es que muchos trabajadores que no llegan a fin de mes terminan pagando impuestos para mantener a esos parásitos que nunca generaron riqueza. Unos producen; luego, el Estado los expropia para que otros la gasten. ¿Cuándo nos tocará invertir los roles? Qué vivos, a mi también me gustaría estar, aunque sea por un rato, del lado de los que gastan sin trabajar.

Algún día deberán rendir cuentas

La democracia nos asegura una certeza: el 11 de diciembre de 2011 los Kirchner deberán rendir cuentas porque habrán dejado del poder un día antes. Ellos, como otorgantes de dinero público sin respetar los sistemas de control, y todos aquellos que lo han recibido deberán ser auditados y explicar qué hicieron con tantos millones. La Justicia tarda pero llega. Hoy parecen omnipotentes, pueden incluso saquear a los productores agropecuarios o las cajas jubilatorias para poder mantener ese esquema de despilfarro clientelar, pero también Menem parecía intocable hasta que quedó marginado del poder. Que sigan destruyendo el país, que suban, que cuanto más alto estén, más ruido harán al caer.

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