En vísperas de otra estafa electoral
CRISTIAN SALVI
El Eco de Tandil, 12 de abril de 2009
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Néstor Kirchner no tiene límites a la hora de propiciar la prostitución de la provincia de Buenos Aires, que por ser el mayor distrito del país es usada por los gobiernos nacionales como mero trampolín electoral defraudándose a los intereses de los bonaerenses. En 2005, la actual presidenta, luego de representar y defender los intereses de Santa Cruz en el Congreso —fue diputada (1997-2001) y senadora (2001-2005) por esa provincia patagónica—, abusando de la circunstancia de haber nacido en Buenos Aires, se presentó como senadora por esta provincia. No fue una representación autóctona; nunca se interesó por la los intereses provinciales, sino que defendió el centralismo que ejercía su marido. Necesitaban, si, ganar en el distrito.
En 2007, la “necesidad” hizo que Daniel Scioli se presentara como candidato a gobernador sin reunir el requisito constitucional del domicilio (se mudó de apuro desde la Capital Federal recién cuando Kirchner lo ungió candidato). Ahora, los rumores dicen que Scioli sería candidato a diputado por Buenos Aires. ¿Con quién? Con Néstor Carlos Kirchner, santacruceño, intendente de Río Gallegos (1987-1991), Gobernador de Santa Cruz (1991-2003), que tampoco tiene domicilio real en Buenos Aires, exigencia que no se basta con su simple residencia en la Quinta de Olivos desde 2003. En la lista de Kirchner irían también intendentes que no dejarían sus puestos. Son “candidaturas testimoniales”, según el glosario oficial.
No son los únicos casos. El jefe de Gabinete Sergio Massa en 2005 se presentó como candidato a diputado por Buenos Aires, aunque finalmente no asumió su banca, quedándose al frente de ANSeS. En 2007, ganó la intendencia de Tigre, pero pidió licencia para asumir su actual cargo en el Gobierno Nacional. El senador Eric Calcagno, que con José Pampuro representa a Buenos Aires en la Cámara Alta, ocupa el lugar que dejó Cristina Fernández al asumir la Presidencia. Sin embargo, Calcagno estaba a cargo de la subsecretaria de Pymes y recién asumió la banca al momento de votar por las retenciones porque el kirchnerismo estaba ajustado con los votos (vale señalar que, por prelación, antes que a él le tocaba asumir a la ministra Graciela Ocaña pero ella renunció a la senaduría para seguir en la cartera de Salud). Alicia Kirchner fue electa senadora por Santa Cruz en 2005, pero sigue de ministra de Desarrollo Social. Ginés Gonzales García, ministro de Salud durante la presidencia de Néstor Kirchner, en 2007 se presentó como candidato a legislador porteño, pero tampoco asumió porque aceptó ser embajador en Chile. Algo similar ocurrió con Rafael Bielsa, quien a penas lograr la diputación en 2005 estuvo por irse a Francia como embajador, aunque las críticas recibidas lo hicieron cambiar de opinión.
También son prácticas corrientes en otras fuerzas. En 2007, Jorge Macri se presentó a la vez como candidato a vicegobernador y a diputado nacional por Buenos Aires a sabiendas de que no ocuparía la banca porque quería seguir siendo legislador provincial, como finalmente sucedió. Gabriela Michetti, electa vicejefa de Gobierno hace menos de dos años, presionada por un sector del macrismo evalúa su candidatura a diputada nacional o bien a legisladora porteña, para poder seguir en el cuerpo que ahora preside. Los casos siguen apareciendo por decenas a penas se analizan los demás distritos.
Los que ayudan al “príncipe invasor” (código)
Está claro que a todos estos políticos, en más o en menos, les interesa poco el mandato que reciben del voto popular. A alguien defraudarán. En los casos de Scioli y Michetti, si se confirman sus candidaturas y acceden a las bancas, defraudarán a quienes los votaron para los cargos ejecutivos; y si no lo hacen, los defraudados serán quienes los escogieron para el legislativo. Mediante estas conductas se afecta nada menos que la representación popular, elemento fundamental de la democracia indirecta. Ahora bien, en esta “estafa” electoral, hay quienes diseñan el ardid y engañan a la ciudadanía, pero hay también electores laxos que acceden a ser defraudados porque, si saben de antemano que no accederán a sus cargos, ¿para qué los votan? Sin dudas hay una legitimación negligente de los votantes.
La más perjudicada es la provincia de Buenos Aires (la mayoría de los casos citados la involucran) ya que todos quieren legitimarse en ella: nomás el Conurbano equivale una decena de provincias sumadas, por lo cual, en un país que en los hechos no es federal, importa más ganar La Matanza que todas las provincias patagónicas juntas. Esta mediatización de las elecciones bonaerenses hace que desde 1987 Buenos Aires no viva una elección como propia, en la cual se discutan sus gravísimos problemas sin desviar la atención para las discusiones nacionales. Córdoba, Santa Fe y la misma Capital Federal tienen elecciones en fecha distintas que la Nación en las cuales se provincializan sus debates. ¿Por qué Buenos Aires no?
En el capítulo tercero de El Príncipe, Maquiavelo dice que “por muy fuertes que sean los ejércitos del príncipe, éste necesita siempre del favor de una parte de los habitantes de la provincia, para entrar en ella”. El “príncipe invasor” es Néstor Kirchner. Los entreguistas de turno son Daniel Scioli —que responde con un acrítico “si” a todas las órdenes de la Casa Rosada— y los intendentes peronistas de buena parte del Conurbano que conforman el “aparato”, esa lacra política que ha sobrevivido al menemismo, al duhaldismo y también persistirá tras el agotamiento del kirchnerismo.
Lo curioso de Scioli es que, a pesar de su sumisión, sigue teniendo buena imagen entre los propios bonaerenses. Es una buena persona, pero no defiende los intereses de Buenos Aires. Esa tendencia ya se vio en el conflicto con el campo, cuando el gobernador de la principal provincia agropecuaria no apoyó a sus productores, sin llegar siquiera recibirlos para no ofender a la corona. Paradojas de la historia: pensar que Scioli ocupa el sillón de Rosas y sin embargo es la expresión más acabada de una provincia humillada que se arrodilla frente al unitarismo hoy encarnado por el matrimonio Kirchner. . (código)
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